Una explicación de estos planteamientos básicos:
- El hecho de que todo fenómeno, de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento, tiene leyes, sobre todo, conceptos y teorías que caracterizan su proceso de cambio, y su dinámica llena de procesos y problemas consustanciales.
- Estan implícitas en ello su medición cuantitativa, en donde los números, funciones, ecuaciones, proyecciones, concretos o abstractos expresan en cantidades esas cualidades o calidades.
- En definitiva, lo cuantitativo es una propiedad de lo cualitativo y no al revés.
La legalidad de los fenómenos y la relación dialéctica entre lo cuantitativo y lo cualitativo
Todo fenómeno de la naturaleza, de la sociedad o del pensamiento, por complejo o simple que parezca, se rige por leyes inherentes que determinan su existencia, su transformación y su desaparición. Estas leyes no son normas impuestas externamente, sino regularidades internas que emergen de las condiciones materiales y relacionales que configuran el fenómeno mismo. En este sentido, comprender cualquier fenómeno supone develar los principios que regulan su dinámica interna, su evolución histórica y sus posibles futuros. Tal comprensión exige un enfoque teórico y metodológico riguroso que articule lo cualitativo y lo cuantitativo como dimensiones inseparables de la realidad.
La concepción de que todo fenómeno posee leyes remite a una visión científica y dialéctica del mundo. No hay nada verdaderamente caótico o absolutamente azaroso en los procesos naturales o sociales; el azar mismo es expresión de la necesidad no conocida o de una causalidad múltiple y compleja. La ciencia, en su diversidad de disciplinas, tiene como tarea precisamente identificar estas leyes, formular conceptos que las expresen y construir teorías que permitan interpretar, explicar y prever el curso de los procesos.
Sin leyes, sin conceptos, sin teorías, la realidad sería un cúmulo informe de hechos sin sentido.
Ahora bien, estas leyes no son estáticas ni absolutas; están impregnadas de contradicciones, de tensiones internas, de elementos que impulsan el cambio. Todo lo real es proceso, movimiento, transformación. Por ello, los fenómenos no pueden entenderse sino en su devenir, en su historia. La estabilidad aparente es siempre transitoria; lo constante es el cambio. Y este cambio no es simplemente acumulativo ni lineal, sino cualitativo, cargado de rupturas, saltos, crisis, superaciones.
Este dinamismo de los fenómenos implica que, al estudiar su desarrollo, deben considerarse no solo sus aspectos externos y visibles, sino su lógica interna, sus condiciones de posibilidad, sus contradicciones fundamentales.
De ahí la importancia de la teoría, que no es un simple sistema de ideas, sino un instrumento para captar lo esencial, lo necesario, lo profundo de los procesos.
Las teorías científicas, bien fundamentadas, no son especulaciones arbitrarias, sino síntesis racionales de la experiencia histórica acumulada, del conocimiento empírico transformado en saber estructurado.
Por eso, si queremos entender de verdad lo que ocurre a nuestro alrededor, no basta con mirar los números. Hay que mirar más allá, preguntarnos qué significan, qué procesos expresan, qué problemas revelan. Solo así podremos tener una comprensión profunda y actuar con mayor conciencia. Como decía el psicólogo Kurt Lewin, “no hay nada más práctico que una buena teoría”. Porque una teoría bien construida no solo explica el mundo, sino que nos da herramientas para transformarlo.
En este marco, la medición cuantitativa de los fenómenos aparece como una herramienta indispensable, aunque no suficiente por sí sola. Los números, las funciones, las ecuaciones, las proyecciones, constituyen expresiones formales de aspectos medibles de la realidad. Estas expresiones permiten representar regularidades, establecer relaciones entre variables, formular hipótesis verificables, prever comportamientos futuros.
Sin embargo, el dato cuantitativo no tiene sentido en sí mismo: solo cobra significación cuando está articulado a una teoría que lo interprete, a una visión cualitativa del fenómeno que lo contextualice.
Es aquí donde se revela la profunda unidad entre lo cualitativo y lo cuantitativo. Contrario a las concepciones reduccionistas que pretenden explicar lo cualitativo a partir de lo cuantitativo, debe afirmarse que lo cuantitativo es, en verdad, una propiedad de lo cualitativo. Esto significa que las cantidades no existen en abstracto, sino que expresan grados, variaciones, intensidades de cualidades. Por ejemplo, la temperatura (una magnitud cuantificable) es una manifestación del estado energético de un sistema (una cualidad física); la tasa de desempleo (un porcentaje) expresa un fenómeno social más profundo relacionado con la estructura productiva, las relaciones laborales, las políticas económicas.
El pensamiento dialéctico, heredero de la tradición filosófica clásica y desarrollado por la ciencia moderna en sus vertientes más avanzadas, enseña que los cambios cuantitativos pueden dar lugar a cambios cualitativos. Es decir, la acumulación de pequeñas variaciones puede desencadenar transformaciones radicales en la naturaleza de un fenómeno. Este principio -conocido como la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos- muestra cómo ambas dimensiones se interpenetran, se condicionan mutuamente, se convierten una en la otra.
Por ello, una epistemología robusta no puede prescindir ni de la medición cuantitativa ni del análisis cualitativo. La cuantificación es esencial para captar la dimensión objetiva, mensurable, replicable de los fenómenos; pero sin un marco teórico cualitativo, esa cuantificación queda vacía, desvinculada de la totalidad concreta. Solo mediante la integración de ambos planos puede alcanzarse una comprensión profunda y crítica de la realidad.
En definitiva, reconocer que todo fenómeno posee leyes, conceptos y teorías que explican su cambio y su problemática interna, implica asumir un compromiso con una visión científica, crítica y transformadora del conocimiento. Significa ir más allá de las apariencias, buscar las causas profundas, y entender que las cifras solo son expresiones numéricas de cualidades sustanciales. Así, se puede sostener con fundamento que lo cuantitativo es una propiedad de lo cualitativo, y no al revés. El número, por sí solo, no piensa ni transforma; es el pensamiento crítico, sustentado en la teoría, el que da sentido a la cantidad y permite orientar la acción hacia la transformación de la realidad.
Consulta inducida, razonada, revisada a ChatGPT. 05-09-2025